Arturo fue mi primer maestro en mostrarme la riqueza de los idiomas y las palabras. Era mi abuelo materno. Con él aprendí a leer en español a la edad de cinco años al mismo tiempo aprendía a contar los números en inglés sin sospechar cuánto me ayudaría el idioma inglés en mi vida adulta.
Las historias que oí a esa edad eran fantásticas algunas de héroes que cruzaban los mares hacia remotos lugares donde libraban las más sorprendentes batallas.
En mi memoria permanecen esos cuentos los que con el tiempo han llegado a ocupar un lugar importante en mi crecimiento personal. La gran mayória de esas historias las viví en mi vida y tuve que actuar en la mayoria de esas experiencias, como una heroína que escribe aun su propia historia.
El cuento de Simbad, el Marino, uno de los más leídos en mi generación y mi favorito, me enseñó a desarrollar sin darme cuenta, esa capacidad innata que trae el ser humano al nacer y que no es otra que la curiosidad. Esta que si se usa creativamente, te lleva a la más alta montaña que hay dentro de cada uno y donde te esperan grandes desafíos mientras la escalas. La conquista nunca está asegurada, solo la aventura de vivirla.
La vida requiere de más cuentacuentos. Porque ella es un laberinto por las que la gran mayoría se pierde sin volver a encontrar la salida ni a si mismo.
Simbad, acrecentó mi espíritu aventurero lo que me llevó a soñar y desear conocer otros mares, otras personas, otros lugares. Sin duda, el viaje de mi propia vida ha sido tan emocionante como cuando devoraba las páginas de este maravilloso cuento infantil y que me motivó para realizar un viaje emocionante hacia el interior de mi misma.
Cada una de las experiencias por la que he atravezado me ha enseñado algo de mi que no recordaba. En cada paso que dí, encontré a personas amables, otras no tanto y un tiempo estuve absolutamente sola. Cada una cumplió un rol en mi vida. Así lo he comprendido. Y a cada quien le brindé lo más valioso que poseía: mi amor y amistad sin esperar nada de ellos.
Es cuando desaparecen de mi vida cuando sufro y conecto con ese dolor de perder a alguien que amo o que ha significado tanto en mi vida. Están los amigos, los amantes, los maridos, los novios, los esposos, los colegas, los vecinos, los eventuales que aparecen cuando uno espera el bus y entabla una comunicación, por ejemplo. También en el aeropuerto los he encontrado.
El hablar inglés, abrió las puertas para conocer el mundo que me ha rodeado.
Los que no conocen más que su lengua materna, el mundo les causa miedo y están limitados. Se comportan así. Terminan creyendo que dentro de su metro cuadrado no existe nada más y ese es su lamentable error. Esto hace que la vida les ponga los más duros obstáculos y todo les .cuesta más trabajo
Concuerdo con lo que dice Ramiro Calle en su libro,
"la vida es un viaje duro..." , en mi opinión el viaje de la vida es para ser transitado por aquellos que buscan y se atreven a lanzarse en esa búsqueda a ciegas, donde nada está asegurado, no hay garantía de nada pero que casi antes de descubrir las respuestas a los entrecijos, hace que te arriesgues a emprender la vida, logras introducirte en la mayor de las aventuras, que no es otra que iniciar ese increible viaje hacia nuestro interior para redescubrirnos tal y como somos.
A mi manera, es lo que hago. Mi viaje aun no termina. Estoy transitando la temprana edad de oro que acabo de comenzar junto a un auténtico compañero de pelo dorado que no cesa de sonreir y cubierto de pies a cabeza con una armadura que jamás a ningún valiente guerrero he visto, ni en los cuentos ni en mis sueños vivos, y es su gran amor y ternura que observo a través de sus actos.
Ramiro Calle, Parte I
Parte II
No hay comentarios:
Publicar un comentario