Las lágrimas tienen un propósito curativo que no solo es emocional sino físico.
Las lágrimas de pena nos ayudan a liberar toxinas venenosas que causan enfermedades. Es importante llorar cuando uno se siente triste. No hay ningún motivo por el que sentir miedo cuando sentimos deseos de soltar la tristeza para dejar pasar el llanto que limpia y descarga las emociones.
Una de las experiencias, en mi caso, mas saludable ha sido la espiritual. Inspiradora y gratamente creativa que me ha hecho sentir bien conmigo misma a la vez de darme cuenta de mi lugar en el Universo y la vida.
Quienes tienen una idea negativa de la vida y de Dios, usualmente tienen baja autoestima y se pasan la vida entera reprimiéndose. He conocido un cierto número de personas y observé en ellas como su manera de ver la vida o creencias particulares les lleva pensar que la vida es implacable o dura limitándoles su capacidad de quererse tanto a si mismos como a los demás. Y si un buen amor le llegaba, no se sentían dignos para recibirlo con los brazos y el corazón abiertos.
El amor no se rechaza jamás.
La manera en que creemos acerca de la vida, de Dios, el amor, puede estar basada en el comportamiento de los modelos autoritarios vividos en nuestra niñez y son las que más daño nos han causado.
Me he preguntado a mi misma cómo voy a sanar mi memoria de estas experiencias dolorosas y la respuesta la encuentro en este instante cuando más amor me prodigo. Mientras más amor me regalo, más crece mi alegría y río mas a menudo. Escucho y siento cada momento.
Como mujer adulta se que estoy a cargo de mi misma y no tengo intención de NO fomentar la verdad. Se que dentro de mi misma están las respuestas y pretendo continuar siendo honesta conmigo. Parto por agradecer a mi misma el valor que tengo de abrir la caja la pandora donde están guardados aquellos recuerdos dolorosos y que al comenzar este proceso de autosanación me lleva a sentirme mejor y sana.
Durante el proceso de aclarar mi pasado, me he sentido descorazonada, asustada, entristecida; ante los sentimientos y mis recuerdos dolorosos que iban saliendo desde la oscuridad hacia la luz.
Resulta siempre doloroso revivir las experiencias sobre los abusos de los que se ha sido objeto desde temprana edad. Los golpes, los engaños, las mentiras, las falsas promesas, los contratos rotos, los malostratos y torturas de quienes se supone, eran los que debían amarnos y cuidarnos especialmente cuando eramos niños, todas estas cosas que causan dolor, fueron a parar a esa cajita y un día la cerramos.
Sin embargo, si queremos sanarnos interiormente y eliminamos de un plumazo esos traumáticos dolores debemos recordarnos que ya hemos sobrevivido a toda esa clase vivencias y hemos pasado los treinta y tantos años. Esos recuerdos desaparecen cuando los liberamos.
Las experiencias dramáticas como los malos tratos, abusos deshonestos, maltrato sicológico y emocionales y los sentimientos de no ser merecedor del amor y afecto pueden causar enorme daño en nuestra autoestima. Lo que nos hace vivir desde el temor y resentimientos.
Todos hemos sido dañados en alguna forma con mentiras acerca de todo y de nosotros mismos. Estas pequeñas heridas y engaños las arrastramos cual mochila cargada de rocas sobre nuestra espalda, corazón y alma, causándonos un daño que se oculta bajo capas y capas de roles que nos impide vivir la vida tal cual soñamos y es un derecho además.
En mi etapa de edad preescolar, alrededor de los siete años, un comentario de la profesora de matemáticas hizo que creciera odiando los números. Decía que era una tonta para los números. Me quedó grabada en mi memoria aquellas palabras y más tarde, cuando me transformé en una Secretaria eficiente y eficaz, destacándome en todas la tareas que se me encomendaban, esquivé todas aquellos trabajos que tuvieran que ver con la contabilidad.
Desde esa niñez, crecí bajo un patrón que había estado grabado en mi memoria infantil hasta la adultez. Un trauma viejo, pero que seguía alimentando.
Descubrir mis primeros traumas infantiles me ayudó a cambiar la idea que tenía sobre mi misma en esta materia. Fue durante un curso para Emprendedoras lo que me ayudó a cambiar el comportamiento frente a los números. Ahora puedo hacerme cargo responsablemente de mi y manejar habilidades numéricas sin problemas, lo que ha permitido sanar ese pasado arrastrado desde una tierna inocencia.
Hoy los números y yo, estamos reconciliados.
El siguiente paso hacia la sanación ha sido aclarar mi pasado en las relaciones.
Nuestros comportamientos hacia los demás están relacionados con la forma en que hemos sido tratados en nuestra infancia. Imitando el comportamientos de quienes nos han causado algún tipo de daño, creemos sentirnos poderosos e infligimos ese mismo dolor a los otros sean amigos, familiares o nuestra pareja.
La siguiente historia de alguien querido y cercano:
" ...A la edad de seis años mis padres decidieron enviarme a vivir con mis abuelos maternos apartándome del resto de hermanos y grupo familiar. Sentí una gran fustración y tristeza por aquello.
Crecí pensando que no era digna de afecto. Esos días me llevaron a construir relaciones difíciles porque esperaba ser abandonada, terminaba por empujar a los demás lejos de mi..."
Inconscientemente pensamos que no somos dignos de afecto o de ser amados. Este modelo nos hace llevar al otro que amamos al extremo, de manera que si nos abandona o no nos elige, no sea algo inesperado. Aunque resulta doloroso, sentimos control sobre el propio destino, creamos y saboteamos nuestra propia felicidad porque seguimos una programación vieja afincada en nuestra memoria infantil y crecimos bajo esa sombra.
Toda esta clase de vivencias nos hace que repetidamente nos veamos implicados en vivir experiencias donde se nos traiciona, maltrata, engaña, miente o utilizan. El modelo aprendido en la niñez es el que seguimos hasta ya entrada la etapa adulta.
Como niños no somos culpables de nada. No propiciamos ni pedimos vivir este tipo de cosas que causan dolor. De adultos, inconscientemente actuamos como víctimas y atraemos a los verdugos con diversos máscaras.
Cuando trabajamos en nuestra propia sanación interior, eliminamos esos modelos, descubrimos aquello que hemos reprimido a lo largo del tiempo y hace que todo aquel patrón de comportameinto desaparezca y ocurre un renacimiento donde todo es tal cual es. Liberados del dolor, la ira o los resentimientos, percibimos las cosas de otra manera y eso nos hace libres. Es cuando podemos encontrar la manera de que otros no pasen por las cosas dolorosas que uno ha vivido. Es como muchos hemos decidido emplear todas las energias para ayudar a otra gente que haya o esté viviendo este tipo de experiencias.
Aclarando nuestro pasado, podemos curarnos, estar a gusto, contento y en paz con uno mismo.
Si sanamos nuestro pasado, nuestro crecimiento espiritual se acelera.
Comencé mi propio proceso de exploración interior y me hice preguntas a mi misma acerca de la muerte, el por qué la gente mayor hace cosas feas, por qué los adultos que son quienes nos cuidan o se supone deben amarnos de verdad e impedir que otros cometan abusos contra nosotros, hacen todo lo contrario. Cuando me hacía estas preguntas solo tenía doce años. Me ha llevado casi la mitad de mi existencia sanarme.
Este proceso de autoexploración me ha llevado a vivir experiencias místicas desde temprana edad a la vez que me ha ayudado a descubrir mi verdadera Alma. He descubierto la bondad y el amor que me rodea. Visto la cara de la traición, el olor del engaño, las diversas máscaras de los abusadores, la crueldad, la mentira, la envidia, los celos, el abandono, la enfermedad y todas estas cosas dolorosas físicas y emocionales transformaron mi experiencia de vida en un regalo, en forma de curación, tanto espiritual como sicológica.
En este camino de sanar las cosas que han causado dolor, he ganado un conocimiento a nivel espiritual al descubrir la verdad sobre mi misma, haciéndome recordar que había sido una niña inocente, traviesa, alegre, cariñosa, curiosa y que solo quería amar y ser amada.
No creo que exista alguien que no desee sanarse por mucho daño que le hayan hecho. Todos podemos curarnos. Vale la pena volver a recordar los momentos dolorosos y aclarar un pasado que solo era para un propósito mayor. Un día desperté y sentí la vida y a mi misma!
Hoy tengo acceso a las cámaras de mi corazón desde el cual fluyen ideas creativas y vivo desde este nuevo estado de paz interna que me regala felicidad en forma de pequeños detalles diarios.
Hoy siento que ya no tengo razones para derramar lágrimas porque la vida sigue cuidando de mi y es cada vez más y más generosa. Me ocurren cosas maravillosas como si estuviera graduándome después de un curso de milagros.
En medio de este hermoso invierno, puedo fundirme en los magníficos colores apoyada en el árbol de la vida.
No es absurda la vida, hay que aprender a vivirla!
4 comentarios:
Te admiro por tu valentia y fuerza interior
Buenas,
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Saludos
Gracias Musilaka por esta invitación.
Liisa
Jésica, la admiración que no me nuble, gracias por pasar por mi blog y dejarme tus comentarios, aprecio tus comentarios de buena fe.Liisa
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